
Cosecha Sagrada
Celebramos la abundancia de la Madre Tierra y miramos hacia adentro para recoger semillas de aprendizaje, cosecha sagrada para el alma. Esos serán los alimentos y aprendizajes que nos nutrirán hasta que lleguen nuevos frutos.
Conforme cruzamos el umbral del Equinoccio de Otoño, el paisaje del otoño se vuelve día a día dorado y espléndido. Nosotras celebramos la Fiesta de la Cosecha, de la abundancia o Mabon para los Celtas, decorando nuestra casa y a nosotras mismas con los frutos bellos de la tierra, que nos recuerden la grandeza del Sol y su poder sobre la vida (calabazas, maíz, espigas…)
La danza del Otoño es la del cambio y del dejarse ir. Dos grandes lecciones de la vida.
Aquí en el entorno rural, durante las primeras semanas del otoño todo está en movimiento, pequeñas criaturas correteando en busca de frutos, hombres y mujeres secando tomates, patatas, judías, guardando en sus despensas lo que la tierra no dará hasta el próximo verano. Lo sagrado de la cosecha está guardado como oro por nuestros antepasados en sus despensas, en nuestro ADN. Todo se prepara en medio de una fiesta de colores, mientras que el viento fresco y la oscuridad van llegando, dando la bienvenida al frío.
Comienza el baile de hojas, la caída el sol, mientras las aves migran, los árboles se desnudan, las semillas caen al suelo y mueren todas las flores que brillaban en primavera, todo se mueve hacia el interior.
Mientras la Naturaleza se despoja de todo lo innecesario para el tiempo duro del invierno tenemos la oportunidad de apreciar las cosas que duran, lo que permanece en lo profundo de nuestro interior -la familia, las relaciones de amistad, nuestra sabiduría interior-.

La naturaleza siempre nos ofrece ese espejo maravilloso donde mirarnos y reconocernos.
Nuestra sociedad por el estilo de vida al que se nos conduce, no pude apreciar los valores que la naturaleza nos ayuda a integrar en esta época: la quietud, el silencio, la muerte, las emociones de tristeza, enfado, rabia, soledad, conexión con uno mismo, tiempo después del tiempo para integrar…
Por ello, permitirse adentrarnos en la realidad de la oscuridad que vivimos en el otoño-invierno, nos regala experiencias y visiones que nos arraigan a una parte de la vida que está ahí y también es importante sentir… Aunque en las ciudades la actividad no cese, ni la luz y la velocidad varíen, en nuestro lugar primigenio, la naturaleza, sí se siente el cambio.
Los árboles se van quedando desnudos, no sin antes haber cumplido su misión de vida impresa en sus semillas, que contienen toda la información para convertirse en grandes y robustos árboles que nacerán a la siguiente primavera.
Nos desnudamos, como lo hacen los árboles para ir a lo profundo de nuestra esencia. No se trata de ser juez de nada, se trata de integrar lo que hay. De entrar en contacto con ello
Nos traen los árboles esta inspiración a nuestras vidas, yo te invito a preguntarte: ¿He cumplido en este ciclo mi misión de vida? ¿He cumplido algún sueño que era importante para mi? ¿Qué energía siento ahora con mi repuesta? Estoy a gusto o me queda algo por completar? ¿Ha valido la pena?
Es tiempo de revisar y valorar nuestra huella. y aceptar cual es mi situación ahora y qué aprendizaje extraigo de todo esto, ¿Cuál es mi cosecha sagrada?
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Los alimentos que la Tierra nos da son la cosecha sagrada de la que deberíamos disfrutar todos los seres sin excepción. Los aprendizajes que cada uno extrae del tiempo vivido son también parte de la cosecha sagrada, íntima, que cada cual guarda en su interior. Como una riqueza que nutre más allá del cuerpo.
